Hoy es 20 DE NOVIEMBRE DE 2025. A veces me doy cuenta de que dar no solo aligera el corazón, sino que también me recuerda quién soy de verdad. Cuando comparto lo que tengo —sea tiempo, escucha o cariño— siento que algo dentro de mí se ordena, como si cada gesto abriera una ventana hacia una versión más amable y luminosa de mí mismo. La generosidad, cuando nace sin esperar nada, devuelve una paz que pocas cosas pueden brindar.
Y es curioso cómo, al abrir la mano, también se abre el alma. Descubro que los pequeños actos cotidianos tienen un impacto enorme, incluso cuando no soy consciente. Me doy cuenta de que, en el fondo, la generosidad me conecta con los demás de una forma más profunda, me recuerda que todos caminamos con nuestras propias batallas y que un gesto sincero puede cambiar el día de alguien… y el mío también.
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