Hoy es 25 DE ABRIL DE 2025. Durante mucho tiempo, me centré únicamente en dar. Dar tiempo, energía, amor, escucha… sin pausa, sin medida. Lo hice convencido de que el dar era lo más noble, lo que nos acercaba a ser mejores personas. Pero un día me di cuenta de que, al no saber recibir, estaba cerrando una puerta fundamental del alma: la del intercambio justo, la del reconocimiento, la del equilibrio emocional. Recibir no es egoísmo, es también generosidad: permite que el otro sienta que su presencia tiene un valor en mi vida.
Aceptar lo que llega, sin culpa ni resistencia, me ha enseñado a vivir con más humildad. Porque recibir también exige valentía: dejar que te cuiden, que te abracen, que te escuchen… implica mostrarte vulnerable. Y en esa vulnerabilidad, he encontrado relaciones más profundas, más reales. Desde entonces, ya no mido lo que doy ni lo que recibo, simplemente fluyo entre ambas cosas con la conciencia de que ambas son necesarias.
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