El último pensamiento del mes: Pensamiento 14: Ser borde es la mejor autodefensa. A veces la mejor defensa no es solo un buen ataque, sino un gesto frío, una respuesta afilada o, por qué no, una actitud «borde». Tal vez no te lo hayan dicho nunca de manera directa, pero ser borde no siempre es sinónimo de grosería gratuita.
A veces, es el escudo perfecto contra quienes buscan aprovecharse de tu amabilidad o robarte energía emocional. Si alguna vez te has sentido atacado o desgastado por la gente que te rodea, tal vez sea hora de adoptar un enfoque un poco más directo, y quizás, un poco más borde.
Pensamiento 14: Ser borde es la mejor autodefensa
¿Por qué ser borde?
Primero, hay que desmitificar la idea de que ser borde es algo inherentemente negativo. Ser borde no significa ser cruel sin motivo, significa poner límites claros cuando alguien intenta sobrepasarlos. No siempre puedes responder con una sonrisa cuando te pisan los talones o te intentan manipular. Ser borde es simplemente decir «basta», con la fuerza suficiente para que te tomen en serio. Y si te tachan de «antipático», bueno, a veces ese es el precio de la autodefensa.
Además, ser borde filtra. Es como una barrera natural que aleja a aquellos que solo están contigo por conveniencia o porque creen que pueden manipularte. Al mostrarles una actitud firme, e incluso algo fría, dejas claro que no te van a manejar a su antojo. Y ahí está lo mágico: ser borde no es un insulto, es una herramienta para que la gente te trate con el respeto que mereces.
Por último, está el factor de la energía. No tienes recursos infinitos de paciencia, comprensión o simpatía. Así que, ¿por qué malgastarlos con personas que no los valoran? Ser borde te permite reservar esa energía para quienes realmente la merecen. Es un mecanismo de protección de tu bienestar, nada más.
Protegerse de amistades tóxicas es beneficioso
Cuando te rodeas de amistades tóxicas, ser borde es como una vacuna emocional. Las personas que constantemente se quejan, manipulan o te hacen sentir culpable por vivir tu vida, son el tipo de personas de las que necesitas defenderte. Una actitud borde les corta las alas rápidamente, y aunque pueda parecer algo brusco, es la mejor manera de proteger tu espacio personal y tu paz mental.
Ser borde no solo protege, también enseña. Al ser claro y directo, le demuestras a las personas tóxicas que sus juegos no van a funcionar contigo. A veces, lo que una relación malsana necesita es un golpe de realidad, y tu bordería puede ser justo lo que falta para que las cosas cambien. O bien se retiran, o bien aprenden a respetarte. De cualquier manera, sales ganando.
Recuerda que no se trata de tener esta actitud con todos, sino con aquellos que claramente cruzan la línea. Ser borde es, en este caso, lo más saludable que puedes hacer por ti mismo. Te permitirá liberarte de la necesidad de encajar o agradar a los demás, especialmente cuando esos «demás» no te traen nada bueno.
La actitud que doy es la misma que recibo
Este es uno de los principios básicos de la autodefensa emocional: das lo que recibes. Si alguien te trata con desdén, lo lógico es que no respondas con flores y bombones. La vida es así de simple: tu actitud es un reflejo de cómo te tratan. Si te faltan al respeto, ser borde es la respuesta justa y proporcional.
No te sientas mal por reaccionar de esta manera. Hay quienes piensan que responder con amabilidad ante la rudeza es de «buena persona», pero en realidad, todo tiene su límite. Si alguien viene a ti con malas intenciones, lo menos que puedes hacer es poner una barrera clara, y a veces esa barrera se ve borde. Pero, ¿quién puede culparte? Tú no empezaste el conflicto, solo te defiendes.
Lo mejor de este enfoque es que es flexible. Puedes ser borde cuando te enfrentas a personas que lo merecen, pero también puedes bajar la guardia con quienes te tratan bien. No tienes que estar a la defensiva todo el tiempo, simplemente tienes que ajustar tu comportamiento a la situación. Si me das respeto, te lo doy. Si me das desprecio, te lo devuelvo. Justo, ¿no?
Mi salud mental está por encima de las necesidades de los demás
Finalmente, ser borde es una declaración en favor de tu propia salud mental. No puedes poner las necesidades de los demás siempre por delante de las tuyas, y menos cuando esas mismas personas no tienen en cuenta tu bienestar. Ser borde es una forma de recordarles, y de recordarte a ti mismo, que tu estabilidad emocional es más importante que su comodidad.
Cuando decides priorizarte, notarás cómo tu entorno comienza a ajustarse a tu nueva actitud. Los que no estaban ahí para apoyarte de verdad, desaparecerán. Y los que te valoran y respetan, se quedarán. Ser borde es solo un mecanismo de autodefensa, no una estrategia para alejar a todos. A quienes realmente les importas, entenderán y respetarán tu cambio.
Así que no sientas culpa. Es fácil caer en la trampa de querer complacer a todos, pero eso es insostenible. Tú estás primero, y a veces adoptar esta actitud, es el único modo de que los demás lo entiendan. Tu salud mental vale más que cualquier demanda social de ser siempre agradable y sonriente.
Conclusión: el arte de ser borde
En resumen, ser borde no es un defecto, es una herramienta de autodefensa. No lo aplicas con cualquiera, sino con quienes lo merecen. Aprender a ser borde de manera estratégica es como aprender artes marciales emocionales: no atacas sin motivo, pero cuando lo haces, lo haces bien. Al final, ser borde no solo te protege, sino que te permite rodearte de personas que realmente valoran tu tiempo y tu bienestar.
Así que la próxima vez que te enfrentes a una situación complicada, no dudes en sacar tu mejor actitud borde. Después de todo, tu bienestar es lo primero, y no hay nada malo en recordárselo al mundo con un poco de firmeza.
Espero que, si un día te cruzas con este post, te sirva para pensar que haces con tu vida, que deseas, que necesitas y, por supuesto, te deseo que seas un pensador de libre pensamiento. Gracias por venir a la locura de mis pensamientos.
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BIENVENIDO A LA PORTADA DE UNA LOCURA REFLEXIVA.
Estas son las reflexiones de un vasco que a lo largo de su vida se han ido almacenando en su cabeza.
Es cierto, a veces hay que poner límites.
A veces no, siempre hay que poner límites y a quien o le guste… puede tomar camino libre, jejejeje.